sábado, 1 de noviembre de 2008

.::INFLUENCIAS LITERARIAS ::. DYLAN THOMAS__LE MAUDIT __







DYLAN THOMAS (1914-1953) Poeta galés.

Otra influencia seminal en las ideas vitales y literarias de Jim Morrison. Desde su primer libro, escrito a los 20 años, Dylan Thomas proponía una poesía mágica, oscura, pero también natural e instintiva, sostenida por una personalidad capaz de proponerse como mito de una generación, todo lo cual impresionó profundamente a Morrison.
Fue periodista, guionista de radio y cine, inigualable orador y narrador, pero, sobre todo, poeta de impetuosa vitalidad.
Famoso por ser un bohemio y un borracho redomado, famoso también por su vozarrón cautivante, que atraía, cual cantante juvenil, a cientos de personas a sus recitales poéticos, o a pegarse al receptor cuando hablaba en la BBC. Fue conocido como "el maudit", "el gran maldito" o "el último maldito" (lugar común o apodo que reciben automáticamente todos los poetas borrachos, noctámbulos, disipados o indiscutidamente geniales). Un maldito que lleva medio siglo muerto, pero con una poesía que no quiere morir. Poeta precoz y repentinamente fallecido, el caos y el exceso fueron su camino a la genialidad.

Su primer libro es Eighteen Poems (1934), recopilación de imágenes transfiguradas que recibió inmediatos elogios de la crítica anglosajona, que apuntó en estos versos la magia y la oscuridad residentes en los mismos. Ya había ganado renombre con publicaciones de los poemas que se reunirían en sus primeros libros en diversas revistas, tales como New Stories, New Verse, Life and Letters Today, The Criterion (donde era director el escritor T. S. Eliot).

Thomas ya se escinde de la poesía de su tiempo, más preocupada de cuestiones sociales, como en la que incursionaban T. S. Eliot o W. H. Auden. Thomas evidencia en estos poemas la influencia del surrealismo inglés, y también recoge influencias de la tradición celta, bíblicas o bien símbolos sexuales. Para Thomas “la poesía debe ser tan orgiástica y orgánica como la cópula, divisoria y unificadora, personal pero no privada, propagando al individuo en la masa y a la masa en el individuo”
En 1936 contrae matrimonio con Gaitlin MacNamara, al tiempo que publica su segundo libro Twenty-Five Poems. Esto ya lo erigen como un elemento a considerar a la hora de entrar a la nueva poesía inglesa. Con todo, las cosas no van bien económicamente. Sumido en una pobreza exasperante, el alcoholismo lo ha tomado por completo y es mediante la bebida como encuentra la lucidez que le permite crear las imágenes oscuras y delirantes que hicieron famosa su poesía.

Hacia 1939 Europa empieza a vivir el horror de la Segunda Guerra Mundial. Dylan Thomas quiere alistarse, pero se le declara no apto para el combate. Entonces empieza su carrera radiofónica, para la cual demostró un particular talento, especialmente como guionista y locutor. En la radio de la BBC su labor es el comentario de documentales cinematográficos, pero también tendría reservados otros proyectos, como el poema dramático Under Milk Wood (póstumo, 1954). Aparecen sus libros The World I Breath y The Map of Love (El mapa del amor).

En 1946 aparece la que es considerada su obra cumbre Deaths and Entrances (Muertes y entradas). Viaja a Estados Unidos donde incursiona en el guión de cine, que no llegará a ver en pantalla. Mientras redactaba el guión de una obra de Ígor Stravinski, el 9 de noviembre de 1953 a las 12.40 horas, en el Hospital St. Vincent de Nueva York, sufre una hemorragia cerebral que le quita la vida, conclusión fatal a tantos años de alcoholismo desenfrenado. Cuatro días antes había entrado en coma etílico mientras se hospedaba en su habitación del hotel Chelsea.

Sus últimas palabras fueron "he bebido 18 vasos de Whiskie, creo que es todo un record"
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( SU INFLUENCIA )
Se dice que Robert Zimmerman cambió su apellido por el de Dylan en honor a este escritor, aunque el mismo cantante y compositor se ha encargado de decir que él ha hecho más para que se conozca la obra de Dylan Thomas que lo que éste le ha ayudado en su carrera. Sin duda, algo debe haber ayudado la publicidad hecha por Bob Dylan, ya que muchos jóvenes se siguen acercando a la obra de Dylan Thomas por simple curiosidad y han salido deslumbrados con la poesía y el talento de este artista incomprendido en su tiempo.

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ESTE ES UN FRAGMENTO DE UN ESCRITO DE DYLAN THOMAS.
ME PARECIO INTERESANTISIMO,,PORQUE EL RELATA EL PORQUE DE LA POESÍA EN SU VIDA , SU
DEFINICIÓN DE ESTA Y EL SIMBOLISMO.. IMAGINO QUE EN SU MOMENTO JIM HABRIA LEIDO ESTE MANIFIESTO DE THOMAS Y SE HABRA SENTIDO MÁS QUE IDENTIFICADO,,
AL MENOS A MI ESTAS PALABRAS ME LO RECUERDAN ,
ASI QUE ME TOMO EL ATREVIMIENTO DE ATRIBUIRSELAS

(el texto es un poco largo pero les recomiendo que lo lean y maravillense con el amor que sentia este hombre hacia nuestra hermosa amiga ...la poesía...)


MANIFIESTO POÉTICO ; POR DYLAN THOMAS

Usted quiere saber por qué y cómo empecé a escribir y qué poetas o tipo de poesía me emocionaron e influyeron en mí.

Para responder a la primera parte de esta pregunta diría en primer lugar quería escribir poesía porque me había enamorado de las palabras. Los primeros poemas que conocí fueron canciones infantiles, y antes de poder leerlas, me había enamorado de sus palabras, sólo de sus palabras. Lo que las palabras representan, simbolizan o querían decir tenía una importancia secundaria; lo que importa era su sonido cuando las oía por primera vez en los labios de la remota e incomprensible gente grande que, por alguna razón, vivía en mi mundo. Y para mí esas palabras eran como pueden ser para un sordo de nacimiento que ha recuperado milagrosamente el oído, los tañidos de las campanas,
los sonidos de instrumentos musicales, los rumores del viento, el mar y la lluvia, el ruido de los carros de lechero, los golpes de los cascos sobre el empedrado, el jugueteo de las ramas contra el vidrio de una ventana. No me importaba lo que decían las palabras, ni tampoco lo que le sucediera a Jack, a Jill, a la Madre Oca y a todos los demás; me importaba las formas sonoras que sus nombres y las palabras que describían sus acciones creaban en mis oídos; me importaba los colores que las palabras arrojaban a mis ojos. Me doy cuenta de que quizás, mientras repienso todo aquello, estoy idealizando mis reacciones ante las simples y hermosas palabras de esos poemas puros, pero eso es todo lo que honestamente puedo recordaraunque el tiempo haya podido falsear mi memoria. Me enamoré inmediatamente -esta es la única expresión que se me ocurre-, y todavía estoy a merced de las palabras, aunque ahora a veces, porque conozco muy bien algo de su conducta, creo que puedo influir levemente en ellas, y hasta he aprendido a dominarlas de vez en cuando, lo que parece gustarles. Inmediatamente empecé a trastabillar detrás de las palabras. Y cuando yo mismo empecé a leer los poemas infantiles, y, más tarde, otros versos y baladas, supe que había descubierto las cosas más importantes que podía existir para mí. Allí estaban, aparentemente inertes, hechas solo de blanco y negro, pero de ellas, de su propio ser, surgían el amor, el terror, la piedad, el dolor, la admiración y todas las demás abstracciones imprecisas que tornan peligrosas, grandes y soportables nuestra vidas efímeras. De ellas surgían los trasportes, gruñidos, hipos y carcajadas de la diversión corriente de la tierra; y aunque a menudo lo que las palabras significaban era deliciosamente divertido por sí mismo, en aquella época casi olvidabaque me parecían mucho más divertidas la forma, el matiz, el tamaño y el ruido de las palabras a medida que tarareaban, desafinaban, bailoteaban y galopaban. Era la época de la inocencia; las palabras estallaban sobre sí, despojadas de asociaciones triviales o portentosas; las palabras eran su propio ímpetu, frescas con el rocío del Paraíso, tales como aparecían en el aire. Hacían sus propias asociaciones originales a medida que surgían y brillaban. Las palabras "Cabalga en un caballito de manera hasta Banbury Cross" (Ride a cock-horse to Bandury Cross), aunque entonces no sabía qué era un caballito de madera ni me importaba un bledo donde pudiera estar Bandury Cross, eran tan obsesionantes como lo fueron más tarde líneas como las de John Donne: "Ve a recoger una estrella errante. Fecunda raíz de mandrágora" (Go and catch a falling star. Get with child a mandrake root), que tampoco entendí cuando leía por primera vez. Y a medida que leía más y más, y de ninguna manera eran sólo versos, mi amor por la verdadera vida de las palabras aumentó hasta que sabía que debía vivir con ellas y en ellas siempre. Sabía, en verdad, que debía ser un escritor de palabras y nada más. Lo primero era sentir y conocer sus sonidos y sustancia; que haría con esas palabras, como iba a usarlas, que diría a través de ellas, surgiría más tarde. Sabía que tenía que conocerlas mas íntimamente en todas sus formas y maneras, sus altibajos, partes y cambios, necesidades y exigencias. (Temo que estoy empezando a hablar vagamente. No me gusta escribir sobre las palabras, porque entonces uso palabras malas, equivocadas, anticuadas y fofas. Me gusta tratar las palabras como el artesano trata la madera, la piedra o lo que sea, tallarlas, labrarlas, moldearlas, cepillarlas y pulirlas para convertirlas en diseños (secuencias, esculturas, fugas de sonidos que expresan algún impulso lírico, alguna duda o convicción espiritual, alguna verdad vagamente entrevista que tenga que alcanzar y comprender). Cuando era niño y empezaba a ir a la escuela, en el estudio de mi padre, ante deberes que nunca hacía, empecé a diferenciar una clase de escritura de otra, una clase de bondad, una clase de maldad. Mi primera y mayor libertad fue la de poder leer de todo y cualquier cosa que quisiera. Leí indiscriminadamente, todo ojos. No había soñado que en el mundo encerrado dentro de las tapas de los libros pudiese ocurrir cosas semejantes, tales tormentas de arenas y tales ráfagas heladas de palabras, tales latigazos a la charlatenería y también tanta charlatanería, una pez tan tambaleante, una risa tan enorme, tantas y tan brillantes luces enceguecedoras que se abrían paso a través de los sentidos recién despiertos y se diseminaban por todas las páginas en un millón de añicos y pedazos que eran todos palabras, palabras, palabras, cada una de las cuales estaba viva para siempre en su propia delicia, gloria, rareza y luz. Escribía infinitas imitaciones, aunque no las consideraba imitaciones sino más bien cosas maravillosamente originales, como huevos puestos por tigres. Eran imitaciones de lo que estuviera leyendo en ese momento; Sir Thomas Browne, de Quincey, Henry Newbolt, las Baladas, Blake, la Baronesa Orczy, Marlowe, Chums, los imaginistas, la Biblia, Poe, Keats, Lawrence, los Anónimos y Shakespeare.

(...) a media que empecé a amar las palabras y odiar las manos torpes que las zarandeaban, las lenguas espesas sin sensibilidad para los infinitos sabores, los obtusos y chapuceros escritores mercenarios que las aplastaban convirtiéndolas en una pasta colorada e insípida, los pedantes que las tornaban moribundas y pomposas como ellos mismos. Lo que primero me hizo amar el idioma y desear trabajar en él y por el fueron las canciones infantiles y los cuentos populares, las Baladas escocesas, algunas líneas de los himnos, las narraciones más famosas de la Biblia y sus ritmos, Los cantos de inocencia de Blake y la casi incomprensible majestad mágica y desatino de Shakespeare escuchado, leído y casi asesinado en los primeros años de la escuela.

(...) la pregunta siguiente es si mi empleo de combinaciones de las palabras para crear algo nuevo, "a la manera surrealista", está de acuerdo con una fórmula prefijada o es espotáneo.

Aquí hay una confusión puesto que, la fórmula prefijada de los surrealistas era la de yuxtaponer lo impremeditado. Trataré de aclarar esto si puedo. Los surrealistas (es decir superrealistas, o sea los que trabajan por encima del realismo) constituían en la década de 1920 en París un círculo de pintores y escritores que no creían en la selección consciente de las imágenes. Para decirlo de otra manera: eran artistas insatisfechos tanto de los realistas (en términos gruesos: los que trataban de poner dibujos o en palabras una representación real de lo que ellos imaginaban que era el mundo real en que vivían) como los impresionistas quienes, hablando otra ves en términos gruesos- trataban de dar una impresión de lo que ellos imaginaban que era el mundo real. Los surrealistas querían bucear en el subconciente, en la mente que estaba por debajo de la superficie consciente, y de allí extraer sus imágenes sin la ayuda de la lógica o la razón y ponerlas, ilógica e irracionalmente, en colores o en palabras. Los surrealistas afirmaban que, dado que tres cuartas partes de la mente estaban sumergidas, la función del artista era la de extraer su material de la mayor, de la masa sumergida de la mente más bien que de esa cuarta parte que, como el extremo de un iceberg, surgía del océano subconciente. Uno de los métodos que empleaban los surrealistas en su poesía era el de yuxtaponer palabras e imágenes que no tenían ninguna relación racional entre sí y con eso esperaban alcanzar una especie de poesía subconciente u onírica, que sería más fiel al mundo real e imaginativo de la mente, sumergido en su mayor parte, de lo que lo es la poesía de la mente concientes, que descansa en la relación racional y lógica de ideas, objetos e imágenes.

Este es, muy crudamente, el credo de los surrealistas, con el que estoy en profundo desacuerdo. No me interesa de dónde se extraen las imágenes de un poema; si quiere se pueden sacar del océano más recóndito del yo oculto; pero antes de llegar al papel deben atravesar los procesos racionales del intelecto. Los surrealistas, por otra parte, escriben sus palabras sobre el papel exactamente como emergen del caos; no las estructuran ni las ordenan; para ellos el caos es la estructura y el orden. Esto me parece excesivamente presuntuoso; los surrealistas se imaginan que cualquier cosa que rastree en sus subconscientes y pongan en colores o en palabras debe ser, esencialmente, de algún interés o valor. Yo lo niego. Una de las artes del poeta es la de tornar comprensible y articular lo que puede emerger de fuentes subconcientes; uno de los usos mayores y más importantes del intelecto es seleccionar de entre las masa amorfa de imágenes subconcientes aquellas que mejor favorezcan su finalidad imaginativa, que es escribir el mejor poema posible.

Y la quinta pregunta es, Dios nos ampare, cuál es mi definición de poesía.

Yo sólo leo poesía por placer. Leo sólo los poemas que me gustan. Esto significa, naturalmente, que tengo que leer una cantidad de poemas que no me gustan antes de encontrar los que me gustan pero cuando los encuentro, entonces lo único que puedo decir es "Los encontré" y leerlos por placer.

Lea los poemas que le gusten. No le preocupe el que sean "importantes" o perdurables. Después de todo, ¿qué importa lo que la poesía es? Si quiere una definición de poesía, diga: "Poesía es lo que me hace reír o llorar o bostezar, lo que hace vibrar las uñas de mis pies, lo que me hace desear hacer esto, aquello o nada", y conténtese con eso. Lo que importa con respecto a la poesía es el placer que proporcionada, por trágico que sea. Lo que importa es el movimiento eterno que está detrás de ella, la vasta corriente subterránea de dolor, locura, pretensión, exaltación o ignorancia por modesta que sea la intención del poema.

Puede despedazar un poema para ver que lo hace técnicamente rico y al tener ante sí la estructura, las vocales, las consonantes, las rimas y los ritmos, decirse a sí mismo: "Sí, es esto. Por esto me conmueve el poema: Por la artesanía". Pero está usted de vuelta en donde empezó. Otra vez se encuentra con el misterio de haber sido conmovido por las palabras. La mejor artesanía siempre deja agujeros y grietas en la estructura del poema de manera que algo que no está en el poema pueda arrastrarse, deslizarse, relampaguear o tronar.

La alegría y la función de la poesía es, y ha sido, la alabanza del hombre, que es también la alabanza de Dios. (*)



(*) Fuente: Dylan Thomas, Manifiesto poético, Ediciones nueva caledonia, pp. 89-1


UN CAMBIO EN LOS CLIMAS DEL CORAZÓN

Un cambio en los climas del corazón
vuelve seco lo húmedo, la bala de oro estalla
sobre la tumba helada.
Un clima en la comarca de las venas
cambia la noche en día; la sangre entre sus soles
ilumina al viviente gusano.

Un cambio en el ojo advierte a tiempo
la ceguera hasta el hueso; y el útero incorpora
una muerte mientras surge la vida.

Una sombra en el clima del ojo
es a medias su luz; el mar sondeado irrumpe
sobre una tierra sin arpones.
La semilla que del lomo hace una selva
divide en dos su fruto; y la mitad se escurre
lenta en un viento dormido.

Un clima en la carne y el hueso
es seca y húmeda; el viviente y el muerto
se mueven como espectros ante el ojo.

Un cambio en el clima del mundo
vuelve espectro al espectro; y cada niño dentro su madre
se repliega en su doble de sombra.
Un cambio echa la luna dentro del sol,
tira de las ajadas cortinas de la piel;
y el corazón entrega a sus muertos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La verdad...nunca me espré tropezar con un blog sobre Morrison y los Doors asi....de más esta decir que esta barbaro...muy bien armado y único...gracias por alimentar esta pasión

un saludo

te dejo mi mail: petako79@hotmail.com